Ya sean de metal o de plástico, las cremalleras han cambiado la forma en que vestimos o guardamos las cosas. La cremallera se inventó a mediados del siglo XIX y desde entonces ha sido mejorada para tener un cierre casi tan perfecto como el actual.

El casi ciertamente no es por casualidad. Si bien son muy útiles, las cremalleras pueden atascarse con frecuencia o pueden perder “dientes”, lo que dificulta el cierre.

Hay muchas razones por las que una cremallera deja de funcionar y para cada una de ellas sugerimos una solución a continuación.

Cremallera fuera de los rieles

Sostenga firmemente los rieles de la cremallera con unos alicates y, al mismo tiempo, abra el costado con un destornillador de punta plana.

La abertura que necesita crear debe ser pequeña, lo suficiente para que el diente expulsado vuelva a entrar.

Tirante roto

Puede ocurrir que, por un movimiento un poco fuerte, nos quedemos con el tirador de la cremallera en la mano.

Una solución rápida es abrir con un destornillador la parte a la que estaba anclado el tirante, e introducir una tira fina de tela.

Cremallera atascada

Puede aplicar un poco de bálsamo labial o vaselina para ayudar a abrir la cremallera.

Dientes que faltan”

Corta la parte de plástico de un hisopo de algodón en trozos pequeños. Tome un fragmento y corte un extremo, abriendo un corte, luego insértelo en la parte donde falta el diente.